La Ternera, la Cabra y la Oveja, hicieron
compañía, en tiempos de antaño, con un
fiero León, señor de aquella comarca, poniendo
en común pérdidas y ganancias.
Cayó un ciervo en los lazos de la Cabra, y
al punto envió la res a sus socios. Presentáronse
éstos, y el León le sacó las cuentas.
“Somos cuatro para el reparto,” dijo, despedazando
a cuartos el ciervo, y hechas partes,
tomó la primera, como rey y señor. “No hay
duda, dijo, en que debe ser para mí, porque
me llamo León. La segunda me corresponde
también de derecho: ya sabéis cual derecho,
el del más fuerte. Por ser más valeroso, exijo
la tercera. Y si alguno de vosotros toca la
cuarta, en mis garras morirá”